Ultimando los detalles sobre la entrada dedicada a la Mutilación Genital Femenina de la semana pasada, asisto horrorizado a una noticia espeluznante tras otra jornada normal de trabajo: un grupo armado de hombres entra por la fuerza en unos bungalows en Acapulco, inmoviliza a los hombres y viola a seis mujeres jóvenes, turistas españolas. No puedo evitar pensar en que parte del horror compartido se debe a alguna(s) de las tentaciones ante la tragedia y el dolor, un número alto de nuestras mujeres…
Sin restar nada de horror a la tragedia, pienso en cómo invisibilizamos la magnitud de la misma a nivel mundial, porque como apuntaba en mi participación en PediaTIC, sólo por ser niñas…
¿Quién conoce el nombre de aquella joven india de 23 años violada por un grupo de hombres en un autobús a mediados del mes de diciembre y que falleció sólo 13 días después tras los intentos infructuosos de luchar por su vida con tres intervenciones y la extirpación de su intestino? Esa joven que es sólo el símbolo de otros miles de mujeres indias y de todo el mundo que sufren una violencia que es sin tapujos una guerra abierta contra las mujeres que hemos de terminar, también a través de quienes tienen la capacidad para hacerlo.
La tentación es pensar que cualquier esfuerzo será baldío, que no merece la pena. Pero a veces muchas voces sirven para iniciar caminos humildes pero significativos. Es el ejemplo de Malala Yousafzai, también víctima de la sinrazón de quienes piensan que hombres y mujeres han de tener destinos y vidas diferentes. Y es que gracias al apoyo de 80.000 personas el Congreso de los Diputados ha enviado su candidatura al Comité del Premio Nobel de la Paz.
Son sólo algunas reflexiones al final de este día en el que no paramos de oír que celebramos el amor, pero que también es el Día Europeo de la Salud Sexual. Aún nos queda mucho por recorrer, pero que cientos, miles, millones de mujeres estén dispuestas a levantarse a lo largo y ancho del mundo debería dejar la puerta abierta a la esperanza. Filipinas y Ciudad del Cabo son un par de ejemplos:
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¡Ay, Rubén…!, ¿habrá alguna entrada en tu blog que no me emocione? Sólo puedo decirte gracias, gracias y gracias. Por visibilizar, por ser sensible ante estas realidades, porque leyéndote se renuevan mis fuerzas para seguir adelante con esta lucha sin fin. Ante realidades tan duras y ante noticias que me encogen el corazón, leerte es una luz de llamada a la esperanza. Lo sé, me ha salido una sensiblería pero, ¡ay, no sabes la fe que me das! 😉 Un abrazo.
Hola, Belén. Disculpa el retraso, lo primero. No creo que expresar sentimientos sea una sensiblería. Otro mundo tendríamos entre manos si lo hiciésemos más a menudo, tod@s, pero especialmente quienes por condicionamiento social y educación hemos sido empujados a lo contrario (con salvedades y diferencias, los hombres, claro está).
Bien sabes también lo que se agradecen, en la soledad del/de la blogger ante su pantalla, cuando se pregunta por la utilidad, validez, repercusión, impacto de lo que escribe…, unas palabras emocionadas desde el otro lado. Porque, aunque cuesta y nos perdemos todos los elementos paraverbales de la comunicación, a veces se tocan las emociones. Gracias a ti, un abrazo enorme, 😉
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